El Imperio Eterno: La Conquista de un Mundo Primitivo

Arthion Darius Humbert se encontraba reclinado en la fría y solitaria cama de su habitación. La luz tenue del atardecer se filtraba a través de la ventana, iluminando ligeramente el polvo en el aire, mientras sus pensamientos giraban en un torbellino de frustración y melancolía. En sus veinticuatro años, había aprendido que la vida no era justa, que a menudo el sacrificio y el esfuerzo parecían insignificantes ante un mundo que no mostraba interés en recompensarlos. Se preguntaba por qué había dedicado tantas horas a su trabajo, por qué siempre había dado más de lo que recibía, y, en el fondo, anhelaba que algún día sus esfuerzos fueran valorados.

"Si tan solo tuviera el poder de hacer algo grande", musitó en la penumbra, sintiendo una profunda tristeza que lo invadía. En ese momento, sus ojos se posaron en el anillo que llevaba en el dedo, un recuerdo imborrable de su padre. Un anillo con un diseño intrincado, que parecía brillar con una luz propia, despertando en él una sensación de nostalgia y temor.

De repente, el anillo emitió un resplandor intenso. Arthion, asustado, sintió como si la habitación empezara a desvanecerse a su alrededor, y en un instante, se encontró atrapado en un torrente de recuerdos.

Pasaron ante sus ojos escenas de su vida: la desgarradora muerte de sus padres en un accidente automovilístico, el silencio en la casa familiar después de su pérdida, y la indiferencia de los demás cuando, como un eco de su propia soledad, presenció a un joven desmayado en una calle. Recuerdos de risas lejanas y sombras abrumadoras lo golpeaban como mareas tempestuosas. La lucha de su infancia y los momentos de desamparo se sucedían en un desfile que parecía no tener fin.

Entonces, una voz magestuosa resonó en su mente, que desnudó su dolor y anhelos más profundos. “Te daré el poder de ser grande. Si lo logras, eso dependerá de tu determinación. Sé el más grande de todos, Arthion. Sé eterno (Aethernis)”.

cerrando los ojos Arthion respiro por ultima vez en esa casa familiar.

-----------------

Con un profundo sollozo, Arthion sintió cómo las lágrimas caían por su rostro. Fue en ese instante que comprendió que había nacido de nuevo. Sus ojos se abrieron a un mundo primigenio; estaba en la era en que el hombre habitaba ceras de piedra, rodeado de sombras de árboles y el eco de criaturas prehistóricas. Miró a su alrededor y vio a sus padres, figuras robustas y salvajes, vestigios de una época olvidada.

Su madre, una mujer de piel bronceada y tatuajes que adornaban su piel de animal, era una guerrera de su tribu. Tenía ojos profundos y llenos de sabiduría, que reflejaban tanto el amor como la fuerza. Su cabello, enmarañado y oscuro, caía como una cascada alrededor de sus hombros, mostrando la belleza de una naturaleza indomable y feroz.

A su lado, su padre, un hombre de complexión fuerte, tenía la piel cubierta con pieles de ciervo y un manto de hojas que indicaban su conexión con la tierra. Su mirada tenía un brillo intenso, lleno de determinación y valor. Llevaba un hacha de piedra en el cinto, símbolo de su papel como protector de su familia y guerrero de su pueblo. Sus rasgos eran marcados y enérgicos, reflejando la dureza de un mundo que siempre estaba al borde del caos.

Arthion se dio cuenta de que había nacido como un bebé en este entorno primitivo, rodeado no solo por sus padres, sino también por un nuevo sistema que empezaba a formarse a su alrededor. En esta era de piedra, los jóvenes eran moldeados por la calamidad y la adversidad, siempre en la búsqueda de recursos y seguridad. Este nuevo mundo rápidamente presentó desafíos. Se le ofrecían oportunidades para demostrar su valía, crecer en poder y habilidad a medida que sus padres le enseñaban las lecciones fundamentales sobre la vida, la caza y la supervivencia.

Esta era su segunda oportunidad. Sin embargo, no solo se trataba de sobrevivir; se le ofrecía la posibilidad de ser grande. La voz que había escuchado resonaba aún en su mente, un recordatorio de que el camino hacia la grandeza dependería de su determinación y de cómo elegiría enfrentar los obstáculos que tendría por delante.